Pérfil: Un cachaco, de pura sepa.
Pérfil
“Un cachaco, de pura sepa”
Ala mi chata ¿cómo estas?, mi nombre es Juan, Don Juan para ustedes. Soy reconocido por mis amigos y vecinos como “El cachaco”. Siempre anduve en los cafés del centro de la ciudad, tomando chocolate y por supuesto fumando tabaco, ¿Me entiendes mijita?... Me la pasaba siempre escuchando la Radio Difusora Nacional o leyendo las páginas del Espectador. Caminaba por la Avenida Jiménez, la carrera Séptima y por su puesto por la avenida Décima.
Con mi sombrero negro, mi traje de paño del mismo color, mi camisa blanca y mi corbatín que hacia juego perfecto con todo mi atuendo; recorría las calles. Zapatos negros bien lustrados, mis mancornas en su lugar y mi pañuelo en el bolsillo izquierdo del sastre, estaban siempre a mi merced. Una sombrilla larga, color petróleo y un tabaco acentuado en mi boca; eran mi característica mas frecuente. Pasaba horas enteras leyendo, me instruía todo el tiempo. Leía libros de cultura general, de economía y en especial de política. Viajaba en el tranvía por el centro de la ciudad, cuando se hacia de noche y debía volver a casa. Ala, que momentos aquellos mi chinita.
De un metro setenta y siete, cabello blanco, cejas bastante pronunciadas, un tono de piel blanco y gruesos brazos, manos grandes, dedos largos y por supuesto uñas debidamente cuidadas. Totalmente presentable para cualquier ocasión. Siempre serio y atento a mí alrededor. Educado, inteligente y sobre todo amado. Ese era yo, por supuesto siempre atento al presente y listo para el futuro. Era chirriadisimo.
Mi familia era una de las más prestigiosas de la Capital, perennemente presentes en actos conmemorativos de la alta sociedad, en reuniones confidenciales y en acontecimientos de importancia. Mijita, yo toda mi vida la dedique a estudiar, a conocer la vida… la mejor escuela a la que todos podemos asistir. Pase años enteros yendo al mismo café todos los días y a la misma hora. Recuerdo perfectamente, que donde hoy se conoce la Universidad del Rosario, antiguamente había cerca de cinco o tal vez más cafés. Eran acreditados, la gente que iba era de la mejor y yo por supuesto, siempre estaba entre ellos. Eso estaba regio para mi.
Ala carachas, como te diría yo, mi vida fue la de un majestuoso ser humano. Lo tenía todo, pero a la vez no tenia nada. No tenía una esposa, ni unos hijos. Solo unas hermanas casonas siempre llamando para su beneficio…. ¿Cómo te diría yo esto? Ala caracha… es que los muchachos de ahora poco o nada saben de historia, me gustaría que entendieras que cuando el Bogotazo ocurrió, pues todo cambio. La vida nos cambio, la fascinación por lo bueno se vino a bordo, la felicidad dejo de ser felicidad.
Mi chata querida, imagínate no mas, era como si una nube negra se hubiera tomado a la ciudad. Todo el mundo corría como locos, se atacaban unos a otros. No no no! Era terrible!! Desde ese día nada volvió a ser igual, mi vida dio un giro inesperado también. La familia se desunió y aun no encuentro la razón. El dinero empezó a desaparecer y yo me quede en la calle…. Mi china querida! Y ahora estoy aquí. Soy un vegete como dirían los de tu época. No se dan cuenta que de mi vienen sus raíces, que de personas como yo ala, es que bogota creció y surgió.
Pues si mi chata, eso te cuento. Ese era yo. El que ya no soy, y tal vez el que no volverá a ser.
Ala mi chata ¿cómo estas?, mi nombre es Juan, Don Juan para ustedes. Soy reconocido por mis amigos y vecinos como “El cachaco”. Siempre anduve en los cafés del centro de la ciudad, tomando chocolate y por supuesto fumando tabaco, ¿Me entiendes mijita?... Me la pasaba siempre escuchando la Radio Difusora Nacional o leyendo las páginas del Espectador. Caminaba por la Avenida Jiménez, la carrera Séptima y por su puesto por la avenida Décima.
Con mi sombrero negro, mi traje de paño del mismo color, mi camisa blanca y mi corbatín que hacia juego perfecto con todo mi atuendo; recorría las calles. Zapatos negros bien lustrados, mis mancornas en su lugar y mi pañuelo en el bolsillo izquierdo del sastre, estaban siempre a mi merced. Una sombrilla larga, color petróleo y un tabaco acentuado en mi boca; eran mi característica mas frecuente. Pasaba horas enteras leyendo, me instruía todo el tiempo. Leía libros de cultura general, de economía y en especial de política. Viajaba en el tranvía por el centro de la ciudad, cuando se hacia de noche y debía volver a casa. Ala, que momentos aquellos mi chinita.
De un metro setenta y siete, cabello blanco, cejas bastante pronunciadas, un tono de piel blanco y gruesos brazos, manos grandes, dedos largos y por supuesto uñas debidamente cuidadas. Totalmente presentable para cualquier ocasión. Siempre serio y atento a mí alrededor. Educado, inteligente y sobre todo amado. Ese era yo, por supuesto siempre atento al presente y listo para el futuro. Era chirriadisimo.
Mi familia era una de las más prestigiosas de la Capital, perennemente presentes en actos conmemorativos de la alta sociedad, en reuniones confidenciales y en acontecimientos de importancia. Mijita, yo toda mi vida la dedique a estudiar, a conocer la vida… la mejor escuela a la que todos podemos asistir. Pase años enteros yendo al mismo café todos los días y a la misma hora. Recuerdo perfectamente, que donde hoy se conoce la Universidad del Rosario, antiguamente había cerca de cinco o tal vez más cafés. Eran acreditados, la gente que iba era de la mejor y yo por supuesto, siempre estaba entre ellos. Eso estaba regio para mi.
Ala carachas, como te diría yo, mi vida fue la de un majestuoso ser humano. Lo tenía todo, pero a la vez no tenia nada. No tenía una esposa, ni unos hijos. Solo unas hermanas casonas siempre llamando para su beneficio…. ¿Cómo te diría yo esto? Ala caracha… es que los muchachos de ahora poco o nada saben de historia, me gustaría que entendieras que cuando el Bogotazo ocurrió, pues todo cambio. La vida nos cambio, la fascinación por lo bueno se vino a bordo, la felicidad dejo de ser felicidad.
Mi chata querida, imagínate no mas, era como si una nube negra se hubiera tomado a la ciudad. Todo el mundo corría como locos, se atacaban unos a otros. No no no! Era terrible!! Desde ese día nada volvió a ser igual, mi vida dio un giro inesperado también. La familia se desunió y aun no encuentro la razón. El dinero empezó a desaparecer y yo me quede en la calle…. Mi china querida! Y ahora estoy aquí. Soy un vegete como dirían los de tu época. No se dan cuenta que de mi vienen sus raíces, que de personas como yo ala, es que bogota creció y surgió.
Pues si mi chata, eso te cuento. Ese era yo. El que ya no soy, y tal vez el que no volverá a ser.
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