miércoles, octubre 18, 2006

Crónica: XII Festival de Rock al Parque, 2006.



CRÓNICA


…Y me moje hasta los huesos…
Por Kmila Peña

Regresó Rock al Parque una vez más. El tan esperado festival de música, volvió y con mas fuerza que nunca. Acompañado de la campaña de jóvenes sin indiferencia, la música no se hizó esperar. El ska, el punk, el hardcore, el metal, el reggae y otros tantos géneros; llegaron a la capital colombiana. Más de veinte grupos, participaron en el festival y apoyaron la juventud y por supuesto, a la conciencia ciudadana.

El puente de octubre acogió la música. La lluvia nos abrazo y el frió fue protagonista de el acto. Sábado de Metal, domingo de Punk y Ska; y lunes de Reggae. Punkeros, metaleros, hardcoreros, skingers, calvos… todos y todas, se dieron cita desde la una de la tarde del 14 de octubre, hasta las once de la noche del lunes 16 de octubre. El clima capitalino, como es costumbre estuvo en constante cambio. Pero para ser sinceros, el frió, la lluvia y el viento; estuvieron de la mano y nos acompañaron en todo el evento. Los plásticos y las sombrillas estaban a merced de los protagonistas del rock.

La seguridad del evento, estuvó a cargo de la policía capitalina, la logística de la Alcaldía Mayor de Bogotá, el Instituto Distrital de Cultura y Turismo, los carabineros y los trabajadores de Bogotá Sin Indiferencia. La entrada al evento, estuvo a cargo de más de mil personas, revisaban persona por persona, sus accesorios, su ropa y algo poco común, como lo fue sus zapatos. Al hacer la fila y pasar por las diferentes instancias, los jóvenes debían estar descalzos y mostrar a la seguridad sus zapatos para así comprobar que no entraran objetos corto punzantes, drogas, licores o cualquier tipo de objetos inesperados y prohibidos.
Mi entrada, fue normal, pero al quitarme los zapatos, en compañía del frió y la agotadora lluvia, sentí rabia y desespero. Claro, sin pensar que el trabajo que estaban realizando era de rigor y era para mi propia seguridad. Ingrese al parque y me sentí como mosco en leche, miles de personas estaban a mi lado, todas cantando, saltando, bailando ó simplemente hablando. Disfrutando de su música y de los tantos grupos participes en el festival.

México, Argentina, Perú, Panamá, Estados Unidos, Francia y por supuesto Colombia, estuvieron reunidos en un solo escenario, en una sola cultura, en una sola voz de esperanza. Un voz de aliento que nos permite pensar, que estos eventos si se pueden hacer y que aunque existan pequeñas diferencias entre unos y otros; la música nos une y nos enamora.

Ahora, nos resta tan solo esperar un nuevo festival y revivir una nueva experiencia estando allí.




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