Cuento: ¿Una historia de amor?
Por Kmila Peña
Había amanecido ya, y la gente tenia frió como de costumbre. Ella, caminaba ansiosa; se frotaba las manos buscando conseguir un poco de calor. Subía las escaleras que parecían ser una eternidad. En su camino se encontró con aquel hermoso jardín, que siempre le daba la bienvenida y con ese olor tan delicioso a jazmín, que era augurio de que pronto llegaría. Dio unos pasos mas sobre la frondosa tierra, el cielo azul, la cobijaba. Fue entonces cuando lo vio a él. Sin más palabras se miraron, esa mirada penetraba el alma de los dos. Él se le acerco, tenia puesto un saco blanco, un Jean azul y unos zapatos que jugaban perfecto con su ropa. La beso, la saludo y la abrazo. Le dijo cuanto la extrañaba, le dio a entender que su vida sin ella no era nada, que los segundos eran demasiado lentos y que la distancia era su peor enemigo.
Ella solo sonreía, respondía a todos y cada uno de sus besos, le decía también palabras hermosas y no deja de acariciarlo. Lentamente y sin esperar mucho, la volvió a besar. Aquel último beso supo a café y anís. Una mezcla de sabores, una mezcla de emociones… una mezcla de sentimientos. Se tomaron fuerte de la mano y caminaron juntos por el corredor, consiguiendo llegar a su fin. Entraron en aquel salón de clase, tomaron asiento y no dejaron de mirarse ni por un instante.
Había amanecido ya, y la gente tenia frió como de costumbre. Ella, caminaba ansiosa; se frotaba las manos buscando conseguir un poco de calor. Subía las escaleras que parecían ser una eternidad. En su camino se encontró con aquel hermoso jardín, que siempre le daba la bienvenida y con ese olor tan delicioso a jazmín, que era augurio de que pronto llegaría. Dio unos pasos mas sobre la frondosa tierra, el cielo azul, la cobijaba. Fue entonces cuando lo vio a él. Sin más palabras se miraron, esa mirada penetraba el alma de los dos. Él se le acerco, tenia puesto un saco blanco, un Jean azul y unos zapatos que jugaban perfecto con su ropa. La beso, la saludo y la abrazo. Le dijo cuanto la extrañaba, le dio a entender que su vida sin ella no era nada, que los segundos eran demasiado lentos y que la distancia era su peor enemigo.
Ella solo sonreía, respondía a todos y cada uno de sus besos, le decía también palabras hermosas y no deja de acariciarlo. Lentamente y sin esperar mucho, la volvió a besar. Aquel último beso supo a café y anís. Una mezcla de sabores, una mezcla de emociones… una mezcla de sentimientos. Se tomaron fuerte de la mano y caminaron juntos por el corredor, consiguiendo llegar a su fin. Entraron en aquel salón de clase, tomaron asiento y no dejaron de mirarse ni por un instante.
Ninguno de los dos se imaginaba, cuan duro seria no estar juntos, cuantos recuerdos quedarían atrás, cuantas promesas quedarían sin ser cumplidas y cuantos sueños… serian solo eso, sueños…
Termino su día, ella se fue, él se fue… Nunca más se volvieron a ver. Y ahora ella solo lo recuerda por su hermosa sonrisa, por sus lindas palabras y en especial por su inmenso amor.
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